jueves, 1 de abril de 2010

The paradise.

No sabían donde estaban, ni cuando. Sólo recordaban que eran hermanos, que tenían amigos y familia. Pero no estaban en su ciudad, ni en su mundo, y, posiblemente, no estuvieran en la Vía Láctea.
Rodeados de arbustos, flores y árboles exóticos, decidieron comenzar su camino. Pequeños ratones-ardillas, monos con… ¿alas? y muchos otros ‘animales’ les guiaban.
No hacía frío, todo lo contrario, el clima era perecto. Hacía sol, un sol abrasador, pero la humedad de las plantas hacía que el calor no fuese sofocante.
Después de caminar un tiempo, llegaron hasta un árbol grandioso. Era enorme, con muchas ramas, donde vivían la mayoría de los animales. En la copa, vivía el rey y la familia de este.
Los humanos subieron a la copa, pues tenían que visitar a su majestad. Era todo lo contrario a la Tierra, allí, el rey era el carnívoro más feroz, el león. En este mundo… un simple zorro. Por su inteligencia, gobernaba a los animales, les aconsejaba. El consejero real, un búho. Todos los cargos importantes los ocupaban animales inteligentes, astutos. A parte, estaban los protectores y guardias. Algunos eran animales feroces, pero tranquilos.
Los hermanos no estuvieron mucho tiempo en el mundo. Se sacrificaron, por supuesto, sin dolor, mediante veneno, y sus almas pertenecieron a otros animales que formaron, poco después, parte del reino.
Y este es el paraíso.
A donde va la gente después de morir.


THE END.





Ariadna Kudo.

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